Letreros en la Consulta Medica

Siempre he pensado y practicado el ponerme en el lugar de otro para tener una visión desde el ángulo contrario, lo cual casi siempre me ha permitido equilibrar, comprender, a los demás, por tanto, ser más comprensivo, sin embargo, en ocasiones, todo ese razonamiento se va abajo, por hechos de la vida diaria que derrumban los paradigmas que uno ha creado para sobrevivir el día a día.
En mi trabajo, creía estar seguro de un hecho concreto: el dominicano no hace caso de letreros por una razón muy sencilla: no los lee. Partiendo de ese paradigma ((Del lat. paradigma, y este del gr. παράδειγμα). -Ejemplo o ejemplar- me he resistido a poner ningún letrero en mi consultorio del Instituto Dominicano de Cardiología -IDC- donde laboro solo, sin enfermera o secretaria, lo cual me ha creado inconvenientes desde que comencé a trabajar hace más de cinco años. Los pacientes se encuentran la puerta abierta cuando no tengo pacientes y la encuentran cerrada cuando tengo a alguien dentro: sencillo , verdad ? Ellos tocan a la puerta y no les abro hasta que haya terminado con el paciente que está dentro, para así continuar con el siguiente, parece sencillo, pero en la práctica, ellos aporrean y aporrean la puerta cada vez con más fuerza, posiblemente creyendo que o soy sordo o no me importa o no me interesa atenderlos. En ocasiones he sido reportado a la dirección del centro, según los denunciantes, porque no estoy en el hospital en las horas que me corresponden. Una vez, hace unos cuatro años y pico, el que me tocaba insistentemente era el mismísimo director del hospital, el cual, desesperado porque no le abría, dijo: Abran, coñ....., que soy el director, le oí perfectamente, pero seguí sin abrirle, por la sencilla razón de que tenía en la camilla un paciente que, para mí, merecía mas respeto, además de que estaba semi-desnudo. Cuando terminé con el paciente, abrí la puerta y le pedí excusa al director y le dije que comprendiera que no podía de ningún modo abrir la puerta con un paciente en esas condiciones, el comprendió la situación y pidió excusas a su vez, a mí y al paciente.
Como estas molestas situaciones se han presentado con harta y molestosa frecuencia, al fin, ya que el centro no está dispuesto a ponerme una enfermera o secretaria, decidí poner un letrero, con las normativas bajo las cuales presto el servicio:
Lunes a Viernes
Horario: 8 a 10 de la mañana
Entrar si la puerta está abierta
Tocar si la puerta está cerrada y esperar a que le llamen
Normas Simples, Claras y Precisas ! Verdad ??
Con eso y con pocas esperanzas de que funcionara, puse el letrero. Poco tiempo después, cuando estaba trabajando con el primer paciente bajo esa modalidad, tocaron fuertemente a la puerta, seguí trabajando, como es mi costumbre, aporrearon con más fuerza la puerta, seguí trabajando, aporrearon con fuerza increíble la puerta, pensé que la iban a derrumbar, comencé a contar hasta diez, en voz baja, el paciente que tenía en la camilla, se asustó y me preguntó que que sucedía, solo le contesté que estaba contando hasta diez, siguieron aporreando la puerta de una manera inmisericorde -no abrí la puerta hasta que no terminé con mi paciente, me enfrenté de una manera agresiva con el paciente que tocaba le pregunté que si era él el que aporreaba la puerta de esa manera, me dijo que solo tocaba suavemente, le invité a que leyera el letrero y me dije que sufría de Glaucoma y que sin lentes o gafas, no podía leer nada, le pregunté que si el tocaba suavemente la puerta quien era que la golpeaba con fuerza, me dijo que fue su papá, traté de encarar al papá ( que era en realidad el paciente ) y entonces sufrí un fuerte shock: el señor estaba totalmente ciego por efecto del mismo Glaucoma, todos mis posibles argumentos se fueron estrepitosamente al suelo.
Epilogo: Tuve que levantarme a ayudar a llevar al pobre señor hasta la camilla, callarme la boca y aceptar que no todos pueden leer los letreros que ponemos

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