Ingratitud





Me siento mal. Hace unos días decidí comprar un vehículo nuevo. Eso parece una decisión normal para cualquier ser humano , pero en mi caso, eso supone que tal decisión lleva implícita, cierto grado de ingratitud, morriña, apego a las cosas y cosas aledañas.
Todo viene a cuento porque comprar un carro nuevo significa vender mi " carrito viejo ".
El caso es que mi " carrito viejo" me ha acompañado durante 21 años, y siempre se ha portado con fidelidad, ha cumplido con eficacia todos los viajes que le he propuesto y ha recibido muchas " propuestas indecentes " de compra que ha desdeñado con una sonrisa y un ronquido de su motor, cual si de un gato runruneante se tratara.
En el fondo lo que me gustaría es conservarlo, sea para uso menor o secundario y para proporcionarle un " retiro honorable ", pero cual ser humano ingrato que soy, lo he vendido rápidamente y he cedido a la primera propuesta formal que me han hecho. Lo tendré unos días más, porque le he pedido al comprador que me lo deje un poco más, para poder despedirlo con honores, que bien se los ha ganado.
Mandé limpiarlo en profundidad, para que afronte este paso con la dignidad que merece, por habérselo ganado durante todos estos años de servicio continuo, incondicional.
Pongo en este post dos fotos: La primera es la de mi " carrito viejo" y la segunda la nueva adquisición. Como verán a primera vista parecen tonterías mis elucubraciones , pero en el fondo, estoy convencido que la nueva adquisición a pesar de lucir tan bonita, tan moderna, no me va a dar lo que me dio mi " carrito viejo " y muy, pero muy difícilmente, me vaya a durar los mismos años de servicio eficiente de mi añorado " carrito viejo "




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